Suena la sirena. Todos salimos del edificio. Esta vez no es joda, dice alguien. Es verdad, no es joda, se está incendiando algo, hay humo, un olor raro inunda todo.
Ya en un lugar seguro, vemos que lo que se estaba incendiando era uno de los laboratorios (es un predio grande, varios edificios, fábrica, etc.).
Entre la gente que se agolpa cerca del lugar que ahora ya no arde, hay un muchacho de unos veinte años, con guardapolvo, todo mojado... tiembla. Pero nadie parece registrarlo.
Nos acercamos con Alicia (también psicóloga). Le digo a ella: este pibe está en shock.
Le empezamos a hablar: "Cómo te llamás?"... "estás bien, ya no hay fuego, estás a salvo, ya pasó". Temblando intenta decir algo, está muy confundido: "el techo... la computadora... ". Sigue temblando. "Está todo bien", insistimos nosotros, "tranquilo, te estamos cuidando, no pasa más nada". Pero él está muy contrariado, hasta que -casi llorando- pregunta: "El laboratorio, está bien el laboratorio? está bien?"