Tanto aguante telefónico, tanta sesión de análisis, tanta melodía recordada o escuchada, tanta poesía, tanto mal humor, tanta planificación, tanta especulación, tanto llanto, tanto disfrute, tanta espera, tanta crema para las arrugas, tanta dieta, tanto guita gastada en celular. Y al final, cuando nos encontremos él no sabrá absolutamente nada de todo esto. Tanto derroche, para que cuando me diga "Hola", su sonrisa sea la evidencia de que todo, todo esto no ha sido en absoluto registrado. Como el ama de casa que barre la vereda. Como el que se inmola por la humanidad sin que nadie lo vea. Nunca sabrá todo lo que pasó mientras lo esperaba.
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